No me hables de más imposibles. Eres tú el que me los pinta. No quiero ni oírte, sé que esto acabará antes de que nos demos cuenta.

No quiero muros, no quiero metas. Sólo quiero soñar. Despierta, dormida, en tus brazos, o en los de otro. Estoy harta de escuchar "no puedo" de tu boca. Incluso de la mía.
Pero cierto es que siempre llega alguien que te hace cambiar de idea. Que el precio de la felicidad tarde o temprano se acaba pagando, que es corta. Subimos y bajamos, como si de una montaña rusa cayeramos. Pero hoy he vuelto a salir a flote.
Pondré de nuevo todo lo malo, y lo bueno, en aquella balanza que tantas veces cayó por su propio peso. La diferencia es que hoy todo parece apuntar a aquello que llaman felicidad.
Sí, todo cambia. Y todo llega. Que razón tenías...
Y que no tiene por qué irse...
Hagamos de lo efímero algo duradero...
No hay comentarios:
Publicar un comentario